Tras haber visto Los Soprano y haber quedado gratamente satisfechos, nos lanzamos a ver otra de las series recomendadas en el mundillo de Internet y por el mismo Peter Griffin "no dejarás de hablar de Breaking Bad o de The Wire".
Y sí, la experiencia fue notable una vez más.
Lo más destacable de The Wire es cómo a través de cinco temporadas recrea al espectador la vida en la ciudad de Baltimore, visto a través de diferentes estamentos sociales, y todo gestionado desde el departamento de policía. La primera se centra en el problema más acuciante de la ciudad: el tráfico de drogas, que tiene tomadas las calles de los barrios periféricos mediante mafias callejeras. La segunda versa sobre otro de los pilares fundamentales de la economía de Baltimore: el puerto internacional, uno de los más importantes de la costa Oeste de Estados Unidos, y también punto importante de irregularidades y mafias. La tercera temporada vuelve a centrarse en el tráfico de drogas pero también en la política, los representantes de la ciudad. En esta ocasión, en un intento por regular el negocio de los estupefacientes, el departamento de policía legaliza una zona de la ciudad llamada "Hamsterdam" donde se puede comercializar libremente; el problema es que las autoridades de Baltimore no están al corriente de esta situación. La cuarta temporada analiza el problema de raíz en esta ciudad corrupta y se mete en el sistema educativo, donde se pueden comprender las aspiraciones de las nuevas generaciones de salir de la educación obligatoria cuanto antes y empezar a traficar con droga. Por último, la cuarta temporada vuelve a la política y nos da la visión de los medios de comunicación de Baltimore a través del diario Sun.
Como se puede ver, toda la serie es un análisis preciso de la vida social en una ciudad deprimida por la corrupción y el tráfico de drogas, una de las ciudades más importantes de Estados Unidos venida a menos por estas circunstancias. Pero el caso se puede extrapolar al género humano, a las miserias que nos buscamos cuando nos dejamos llevar por la codicia y la ambición. Además, The Wire, siempre ha reconocido ser fiel a la realidad, de hecho, algunos de sus intérpretes son gente de Baltimore que no recrea ningún papel más que el propio, y las localizaciones son las auténticas de la ciudad, con rincones y ambientes que hablan por sí solos (en la cabecera de la serie se puede ver un graffiti que sentencia "Bodymore-Murdaland", refiriéndose a "Baltimore, estado de Maryland").
Sus personajes son muchos y variados, reales ante todo, con sus virtudes y sus vicios, empezando por los protagonistas, a los cuales, durante muchos capítulos se les puede odiar y luego perdonar. Hay otros a los que vas cogiendo cariño a lo largo de la serie a pesar de ser totalmente amorales, pero entiendes que esto se parece más a la jungla que a la vida civilizada, por lo cual asumes que es cuestión de supervivencia, no de hacer el bien por encima de todas las cosas. Sobre todo cuando la sociedad está tan corrompida.
Este tipo de ficciones, The Wire y Los Soprano, son verdaderamente sorprendentes en sus personajes, pues es más difícil recrear un personaje complejo, como lo que somos en realidad, que hacer "buenos" y "malos" fácilmente identificables. Aviso, el que quiera ficción y asuntos extraordinarios, no los encontrará en estas dos series, por el contrario, se dará un golpe con la pura realidad, pero también con el ánimo de que la vida es una aventura y tú eres el protagonista. Además, y esto me perturba a veces: --la realidad supera a la ficción--